martes, 3 de mayo de 2011

Tratado sobre la humanidad

“La humanidad es como es. No se trata de cambiarla, sino de conocerla.”
                                                                                   Gustavo Flaubert
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                Solemos ser muy críticos cuando hablamos de la humanidad. Puede que se trate tan solo de una convención social, un tema prefijado con una conclusión predefinida para empezar una conversación desde un punto de encuentro, una posición cómoda para las partes. Algo así como hablar del tiempo cuando te encuentras con el vecino. Yo, personalmente, suelo ser bastante duro cuando trato este asunto. Sin embargo, si noto que alguien lo es o simplemente alguien asiente a mis argumentos, tal vez porque considero que es debido a la mencionada convención y lo dejo pasar, no puedo evitar que algo se me revuelva dentro y piense; no somos tan malos ni tan estúpidos.

                Toda nuestra ciencia se basa en el empirismo, en la experimentación, en la realidad comprobable. Cuando uno escucha que hemos alcanzado como especie la cúspide del reino animal, que somos la más sublime de las creaciones de la naturaleza, no es raro ni absurdo pensar que pecamos de soberbia, que en realidad somos torpes y que nuestra manera de actuar a la larga provocará nuestra destrucción. No soy profeta para negar esto ultimo, pero el hecho comprobable es que el ser humano ha conquistado con éxito y obtenido la supremacía en todo el globo, con toda su gran diversidad de ambientes. El mundo es el laboratorio más grande de todos, de modo que podemos decir sin miedo a equivocarnos que experimentalmente queda comprobado que el ser humano es la especie que ocupa el lugar de preferencia en el escalafón de la vida sean cuales sean las circunstancias.

                A nadie se le escapa que estamos llenos de defectos. De modo que, ¿Cómo es posible que hayamos llegado donde estamos? Hablemos de evolución. Al contrario de lo que se suele pensar, no sobrevive la especia más adaptada al entorno. El entorno es cambiante. Una especie que solo coma ostras, con un pico adaptado para abrir las conchas y nada más, está condenada a desaparecer frente a una escasez de las mismas producida por un cambio en la temperatura o salinidad del agua por ejemplo. La especie que sobrevive es la más adaptable al cambio. La que cuando no hay ostras aprende a comer piedras o a hacer la fotosíntesis si hace falta. ¿Dónde entra la humanidad en todo esto? Simplemente somos los más adaptables. Podría remitirme a la mentada demostración experimental y acabar con ello este documento, pero haciéndolo el mismo carecería de todo valor didáctico y de la longitud necesaria para que deseéis que termine. De modo que expondré a continuación los motivos por los que creo que el ser humano es tan versátil.

"No sobrevive la especie más fuerte. Sino la más adaptable al cambio"
                                                                                  Charles Darwin

                Lo primero que a nadie se le pasa por alto es nuestra inteligencia. La inteligencia es la capacidad intelectual que nos permite adaptarnos a las circunstancias cambiantes del entorno. No soy capaz de pensar una definición mejor de inteligencia y tampoco una de “definición a medida”. Si un ser humano, un individuo, tiene que dejar de comer ostras, probablemente no pasará mucho tiempo antes de que empiece a comer nueces o a cazar conejos. Esto es, la inteligencia permite al ser humano adaptarse a medio plazo a los cambios del entorno. Somos muy adaptables, no solo somos capaces de cambiar nuestra fuente de recursos para lograr nuestras metas sino que la forma en la que accedemos a los mismos también puede cambiar. Fabricamos herramientas para acceder más fácilmente a los recursos, simulando saltos evolutivos que a otras especies llevan miles de años. No necesitamos especializar nuestro cuerpo. Cuando necesito abrir una nuez cojo un martillo y si no lo tengo lo fabrico. Si las circunstancias no nos son propicias las alteramos. Construimos embalses para tener agua durante periodos de sequía y aramos y fertilizamos la tierra para que produzca suficientes alimentos. Sin duda ambas cosas no son solamente propias del ser humano. Cualquier animal que construya una madriguera está variando el entorno y las circunstancias, algunos como el castor generan grandes trastornos al medio que les rodea. Muchos animales como cuervos, nutrias y diversos simios seleccionan e incluso modifican diversos objetos para luego darles uso como rudimentarias herramientas. Pero no es solo esto, hay más.

                Todo análisis sería simplista si se rescindiera al ser humano como individuo. El ser humano está marcado por la dualidad. Es individuo y sociedad. Como he expuesto anteriormente como individuos tenemos la capacidad de adaptarnos, pero también somos animales sociales. Eso no solo quiere decir que necesitemos estar en compañía, quiere decir que funcionamos como un conjunto, como un organismo vivo. En nuestra sociedad existen multitud de individuos y colectivos, que poseen una especialización y suplen con inmediatez las carencias del resto simulando la adaptabilidad de todos los individuos de la sociedad. Los bomberos o los soldados, por realizar labores de auxilio y protección, donde esto resulta especialmente evidente, constituyen uno de los ejemplos más claros, aunque en realidad cualquier oficio es válido para exponer esto.

                Por cuanto somos también una sociedad, que como decimos se comporta frente a la naturaleza como si fuera un único organismo vivo, debemos suponer que esta evoluciona con el tiempo en respuesta a cambios en el entorno de la misma manera que lo haría un individuo. La sociedad humana ha evolucionado del mismo modo que lo han hecho la sociedad de las hormigas, abejas, etc. El tiempo ha creado multitud de tipos de colonias y de configuración de las mismas en lo que respecta a las diferentes clases de sujetos y la proporción de los mismos que las pueblan. La naturaleza produce una cantidad aproximada de los perfiles psicológicos y físicos que presuntamente deberían adecuar a la sociedad a su entorno. No es difícil imaginar partiendo de este punto que las diferentes sociedades como conjunto producen distintos tipos de individuos, tales como pro-sociales, psicópatas u homosexuales que cumplen una función en la trama de la sociedad, seamos capaces de percibirla o no. Por supuesto, los cambios en este aspecto son lentos y se adecuan poco a la revolución industrial y cultural de nuestros días, convirtiendo a muchos de estos individuos en material sobrante o incluso peligroso para el conjunto. Además, debido a la gran movilidad de individuos en nuestra época y al mestizaje, estos aspectos se están diluyendo y cada vez son menos significativos. Pero si algún día os preguntáis por qué la naturaleza produce psicópatas, o si la homosexualidad es algo natural, acordaos de estas líneas y pensad con humildad que tampoco podemos pretender saber la finalidad última de todo.

“La naturaleza es perfecta, correcto o incorrecto son valoraciones humanas.”
                                                             Frank Herbert

                Muchas de las cosas que despreciamos del ser humano son, en realidad, comportamientos de índole animal que chocan con nuestra moral. Aquí encontramos otro dualismo. El ser humano es persona y animal. Es animal y como tal responde de una manera instintiva, moldeada a lo largo de miles de años de evolución, a distintos estímulos. También es persona y como tal tiene la capacidad intelectual necesaria para identificar y sobreponerse a esos impulsos instintivos. La moral es todo instinto o condicionamiento destinado a la articulación de una sociedad. Por cuanto nuestra sociedad avanza y cambia cada vez más rápido la parte instintiva queda en muchos casos retrasada con respecto a la del condicionamiento social y cae por tanto en el lado de la inmoralidad ganando peso el condicionamiento. Es fácil confundirse en este punto y caer en el maniqueísmo, identificando la parte animal con el mal, lo carnal y lo material y la de persona con el bien, lo espiritual y lo intangible.

“What is our flesh for,
if not to feel our mortal shell!
What is our soul for,
if not to know we never die!”
                                 Diary of dreams

                No se puede, ni se debe intentar, arrinconar o negar uno de estos aspectos. Seria renunciar a una parte de nosotros mismos. Quien esto intentase estaría condenado a no ser nunca un individuo completo, sería un ser mutilado. Uno debe tener por meta explotar el propio potencial al máximo. Cada uno debería ser capaz de distinguir cúando le conviene dejarse llevar por su aspecto animal y cúando debe tomar las riendas la intelectualidad. En la correcta elección está gran parte del éxito.

“Muchas cosas que hacemos de una forma natural se vuelven difíciles únicamente cuando intentamos convertirlas en temas intelectuales. Es posible saber tanto acerca de un tema que te vuelvas completamente ignorante.”
                                                                                Frank Herbert

                Espero con este tratado haberos aclarado algunos aspectos sobre vosotros mismos  y vuestra naturaleza, también espero que leyéndolo hayáis comprendido que no debéis descuidar el correcto desarrollo de los aspectos de la misma que conforman vuestra persona a fin de convertiros en individuos completos.

1 comentario:

  1. Coincido contigo, la especie humana tiende a minusvalorarse. Parece que nos sintamos culpables de nuestro exito adaptativo en lugar de orgullosos.

    Aunque podamos cometer actos atroces según nuestra propia moral, esta la hemos creado nosotros mismos, así como la filosofía, el arte, las matemáticas..

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