miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pequeños Relatos I

KASA

            Es una mañana gris de Abril. Una lluvia débil pero incesante ha empapado ya todo cuanto está a su alcance. Ocho amigos bajan del tren en la estación de Inari. Se dirigen a visitar el complejo de templos del mismo nombre. Las sendas entre los distintos templos forman más de 6 kilómetros de recorrido completo. Van bien abrigados pero no han traído suficientes paraguas. Los prestaban en el hotel, pero en los días como este sencillamente no hay paraguas para todos los clientes. Alguien se tendrá que mojar. Uno de ellos, Goyo, lleva una cámara de fotos bastante grande y aparatosa. Además, viste un estupendo, aunque caro, corta vientos del que se siente bastante orgulloso. A la hora de repartir los paraguas dice:

-No, no me deis paraguas, solo me estorbaría para manejar la cámara. Estoy bien.

            No le hace falta insistir mucho, sus amigos se reparten los paraguas y comienzan a andar por la calle. Algunos comparten el cobijo para no mojarse. No hay mucho trayecto desde la salida de la estación hasta la entrada a Inari, poco más de cien pasos. La calle que da a la entrada del templo es muy amplia y el grupo se dispersa por ella. El corta vientos ya está completamente mojado. De repente una mujer de mediana edad llama la atención a Goyo, corre a su coche, donde acaba de dejar a sus dos hijos, y recogiendo un paraguas se dirige hacia él para dárselo. Gregorio no entiende que es lo que está pasando. La mujer le extiende el paraguas con ambas manos. Es un paraguas bastante elegante. Sin duda no lo ha comprado en la tienda de variedades. Goyo lo coge e inmediatamente ella se da la vuelta y sale corriendo de regreso al coche. Goyo apenas alcanza a decir “Arigatou”. Sus amigos igual de confundidos que él se acercan para preguntarle. No entienden por qué, y por eso están admirados.

            Rodrigo que también ha contemplado la escena, piensa “¿Es necesario un por qué? ¿Acaso en este preciso momento, el mundo no se ha vuelto un poco más hermoso? Si hubiera un por qué no tendría ningún valor. La recompensa del bien es el propio bien, es la posibilidad de ayudar a los demás.”

Proxima entrada "Tratado sobre el karma, motivos para el biern y el mal"

3 comentarios:

  1. Correcto.
    Lástima que luego se perdiera el paraguas en extrañas circunstancias :P

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  2. Muy bueno! Pero la moraleja es tuya o la has cogido prestada?

    Paolo

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  3. Es mia. Es el fundamento de mi moralidad, en la siguiente entrada se explica. Creo...

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